¿Qué pasaría si la Luna desapareciera?

diciembre 09, 2019

Sin la Luna, hubiera sido imposible que se dieran las condiciones para la vida en nuestro planeta.
La influencia gravitatoria de la Luna produce las mareas y el aumento de la duración del día. La distancia orbital de la Luna, cerca de treinta veces el diámetro de la Tierra, hace que se vea en el cielo con el mismo tamaño que el Sol y permite que lo cubra en los eclipses solares totales.

La luna es esencial para que las mareas sean posibles, ya que ésta no gira en torno a la Tierra, sino
que la Tierra y la Luna giran en torno al centro de masas de ambos. Sin embargo, al ser la Tierra un cuerpo grande, la gravedad que le ejerce la Luna es distinta en cada punto.
De la misma forma que la tierra atrae a la Luna, ésta también nos atrae, creando un efecto de estiramiento del planeta, "ovalándolo". Esto produce un ligero movimiento de atracción a la Luna y viceversa, lo que provoca la subida y bajada de la marea dos veces al día.
Un efecto asociado es que las mareas frenan a la Tierra en su rotación (pierde energía debido a la
fricción de los océanos con el fondo del mar), y la Luna lo compensa alejándose y acelerándose, actualmente, 3,78 cm cada año.
Nuestro satélite rota cada 29 días, el mismo tiempo que tarda en orbitar alrededor de la Tierra y por eso nos muestra siempre la misma cara. La Tierra, en cambio, lo hace cada 24 horas, pero hubo un tiempo en que la Tierra giraba tan rápido que un día duraba 5 horas. La Luna, sin embargo, actuó como un freno, explica la experta Maggie Aderin-Pocock. Desde su formación y durante miles de millones de años la fuerza gravitacional de la Luna ralentizó la rotación de la Tierra.

Así, el mismo ritmo del planeta ha sido marcado por su satélite, y si la Tierra se ha ralentizado, como consecuencia, la Luna se ha acelerado. En un larguísimo plazo de miles de millones de años hará que la Tierra gire más lentamente: habrá, entonces, días mucho más largos

La luna también mantiene la estabilidad del clima en nuestro planeta y el ciclo de las estaciones. Sin ella perderíamos la estabilidad constante de 23° y nuestra inclinación oscilaría continuamente entre los 0 y los 90º, provocando veranos de hasta 100ºC e inviernos debajo de los -80ºC. Esta estabilidad depende de la velocidad de rotación del planeta, tal como se puede comprobar haciendo girar una pelota de baloncesto sobre un dedo: cuando más rápido gira, con mayor estabilidad se mantiene en su eje.
Por si no fuera suficiente, en el caso de que la rotación de la Tierra llegara a alinearse con la del sol, la cara del planeta que reciba calor va a estar bajo una permanente insolación y la contraria en permanente oscuridad. La vida en la tierra sería imposible en cualquiera de los dos hemisferios, y sólo sería quizá viable en el ecuador. Y aunque quizá la vida pueda continuar así, las gigantes diferencias térmicas que tendría la Tierra sin su satélite producirían vientos extremos con velocidades de más de 300 km/h. La vida como la conocemos tiene pocas o nulas probabilidades de sobrevivir.

Si por el contrario la Luna estuviera veinte veces más cerca, podría sumergir por completo ciudades como Londres o Nueva York, una capacidad que ya ha tenido anteriormente, cuando recién se había formado hace 4500 millones de años

Por si no fuera poco, la Luna no sólo nos mantiene con vida sino que (muy probablemente) también ayudó a crearla. De acuerdo con el químico británico John Sutherland (y muchísimos científicos), fue precisamente este reflujo de mareas primitivas el que dio el puntapié inicial a la vida, pues sugiere que las primeras moléculas orgánicas se crearon a partir de estos movimientos masivos de agua, tal como le explicó a la BBC.
Para demostrar su teoría, el científico hizo experimentos en la playa: mezcló aquellos elementos primitivos y los calentó con luz ultravioleta, así recreó las condiciones de las charcas que deja la marea al retirarse, que se calientan con la luz del sol (una especie de caldo de cultivo).
Como resultado, obtuvo elementos de ácido ribonucleico (ARN), los bloques esenciales de la vida. En esas charcas cálidas creadas por las mareas, dice Sutherland, nació la vida hace 3.800 millones de años. Sin la Luna, hoy no existiría vida en la Tierra.

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