El hombre que puso su cabeza en un acelerador de partículas y sobrevivió

diciembre 16, 2019


Para entender la magnitud del acontecimiento, primero hay que tener claro qué es un acelerador de partículas, y nada mejor que un pequeño fragmento sacado de Wikipedia: "Un dispositivo que utiliza campos electromagnéticos para acelerar partículas cargadas a altas velocidades, y así, hacerlas colisionar con otras partículas."



El acelerador de partículas toma fotones, protones y átomos; y los acelera a grandes velocidades. Un haz de protones, por ejemplo, puede alcanzar el 99, 99% de la velocidad de la luz en uno de estos dispositivos.

Gracias a éstas colosales máquinas se descubrió, por ejemplo, que las partículas no eran las partes más pequeñas del universo, ya que éstas estaban formadas por los quarks, la fracción más pequeña del universo hasta ahora conocida. Las partículas allí existentes viajan a una velocidad tan increíble que doblan el tiempo, haciendo que transcurra más lento para ellas.

El U-70 construido en Rusia en 1967 era, para ese entonces, el acelerador existente más grande y poderoso. Allí fue donde el científico Anatoli Bugorski, en medio de su tesis doctoral en el Instituto de Física de Alta Energía de Protvino en 1978, metió la cabeza mientras reparaba el equipo; cuando los sistemas de seguridad fallaron y un haz de protones que viajaba casi a la velocidad de la luz le atravesó la cabeza.

Luego de que el haz entrara por la parte de atrás de su cabeza y saliera por su nariz, la mitad izquierda de su cara dejó de responder y se hinchó como si fuera a explotar. Fue llevado a emergencia con la intención no solo de tratarlo, sino de estudiarlo.
Según contó luego de que se recuperara, no sintió dolor alguno pero vio un haz de luz “más fuerte que un millón soles”, algo incomprensible de entender sólo con palabras. ,

Hasta entonces, se creía que 5 ó 6 grays podían matar a una persona; por esta razón, los doctores examinaron en Moscú el caso de Bugorski con especial interés, ya que él sobrevivió a la loca cifra de 2000 gray cuando penetró su cráneo, y 3000 tras atravesarlo. El científico no sólo sobrevivió, sino que completó su doctorado.

Su capacidad intelectual no se vio afectada, pero la fatiga ante este trabajo intelectual se incrementó y perdió el movimiento del lado izquierdo del rostro por la destrucción de sus nervios, junto con su oído. También desarrolló una crisis de epilepsia que se extendió a lo largo de su vida.
Su carrera científica se prolongó después del accidente, alcanzando el puesto de coordinador de experimentos de Física.

Aunque se podría creer que luego del accidente la noticia recorrió el mundo y fue tapa de todos los diarios, se mantuvo en silencio. La Unión Soviética era estricta en cuanto al secretismo sobre toda investigación relacionada con la energía nuclear, por lo que Bugorski no habló de ello durante más de una década. Continuó siendo examinado por radiólogos en una clínica moscovita, y conoció a otros afectados por accidentes nucleares.

A pesar de todas las terribles secuelas, que un ser humano pueda sobrevivir al impacto de protones que se mueven a una velocidad semejante a la de la luz, y que su inteligencia no se haya disminuido o destruido en algún punto, es más que increíble.

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