Antivacunas ¿Tienen razón?

noviembre 11, 2019

Una idea altamente peligrosa para nuestra sociedad ya se instaló en los medios de comunicación y todos hablaron de ella: ¿Las vacunas son realmente peligrosas? ¿De dónde proviene este temor?

Primero, voy a explicar algo que sabemos todos pero no hace daño recordar, muy a grandes rasgos: las vacunas son preparaciones que generan inmunidad contra una enfermedad estimulando los anticuerpos.
Las vacunas son uno de los grandes inventos del final del Siglo XIX, pues con el pasar de las décadas han logrado erradicar de forma casi exitosa alrededor del mundo enfermedades mortíferas como polio, sarampión, viruela, papera, rubeola, tuberculosis, tétanos, varicela, hepatitis A y B, entre muchas otras. Quizá para nuestra joven generación no signifique nada, pero los niños morían a una temprana edad por lo que hoy sería una simple fiebre o varicela.

Sólo para tomar una mínima dimensión de lo que la vacunación masiva ha logrado, tomemos el caso de la viruela: antes de que se erradicara mataba hasta a uno de cada 7 niños en Europa, según un artículo publicado por la OMS en 1988 "Smallpox and it's Eradication".

Pues bien, vamos al quid de la cuestión de este artículo de opinión. ¿Por qué tanto escándalo con las vacunas que han salvado millones de vidas?
Resulta que en 1998 Andrew Wakefield, ahora un ex-médico británico, publicó un artículo  de investigación en la reconocida revista  The Lancet, sobre un estudio de 12 niños, mayoritariamente con trastornos del espectro autista con un supuesto inicio después de administrarles la vacuna (tardé en encontrarlo pero lo puedes ver aquí).

Luego de semejante acusación, muchos científicos se pusieron manos a la obra para probar cualquier relación entre el autismo y las vacunas, cosa que fue imposible. Luego se descubrió que Wakefield había sido financiado por los mismos demandantes de los fabricantes de vacunas, logrando que se desestimara como fraude científico en un claro caso de conflicto de intereses. En 2004, la interpretación del artículo fue retractada formalmente por 10 de los 12 coautores, y en 2010 los editores de The Lancet retiraron completamente el artículo.

El comité dictaminó que Wakefield había «faltado a su deber como médico especialista responsable», actuado en contra de los intereses de sus pacientes y obrado «de manera deshonesta e irresponsable» en su investigación publicada. Fue excluido del registro médico en 2010 y se le revocó la licencia para ejercer la medicina en el Reino Unido. Pero de todo eso, solo quedaron rumores.

Rumores que afectan la forma en que los medios de comunicación y la sociedad ven las vacunas. En 2019, la Organización Mundial de la Salud catalogó a estos grupos de radicales anti-vacunas como una de las principales amenazas a la salud mundial.*

A todo esto, ¿Hay realmente alguna consecuencia negativa proveniente de las vacunas?

La evidencia científica actual no apoya la hipótesis de causalidad para desórdenes más comunes como el autismo. Aún así, siguen apareciendo hipótesis de enfermedades autoinmunes o muertes causadas por vacunas. Esas hipótesis fueron investigadas, con la conclusión de que las vacunas usadas actualmente cumplen las más rigurosas normas de seguridad y que las críticas a la seguridad de las vacunas en la prensa popular no están justificadas. Ningún artículo científico o investigación pudo probar efectivamente que las vacunas causan enfermedades o trastornos psicológicos.

Los efectos secundarios más comunes y que pueden pasarle a cualquiera luego de una inyección son:
Dolor, inflamación o enrojecimiento donde se ha dado la vacuna, fiebre leve, dolor de cabeza y en los músculos. Las reacciones graves son extremadamente raras: “Si se administran 1 millones de dosis de una vacuna, 1 de cada 2 personas puede tener una reacción alérgica grave.”*

“Tenga en cuenta que vacunarse es mucho más seguro que contraer la enfermedad que previenen las vacunas”

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