He escuchado las muchas maneras honrosas en que es nombrado, las cuales no voy enumerar porque ustedes ya las conocen y porque a mí no me parecen justas. Pero hubo una frase en particular que me llamó la atención y me dejó indignada: el “Robin Hood latinoamericano”.

Un hombre que decide dejar todo y salir a asesinar al que no piensa como él (teniendo razón o no), no puede ser un ideal en pleno siglo XXI. No en un siglo donde se intentan hacer valer los derechos humanos. “El fin justifica los medios” simplemente ya no puede ser tolerado.

La violencia no es la única forma de lograr los objetivos. Y entiendo si piensan en un pasado donde la única alternativa era salir a las calles y unirse a la guerrilla, pero Mahatma Ghandi logró junto a un movimiento organizado de personas la independencia de India (1947), así como Nelson Mandela organizó una campaña de desobediencia civil que le valió su primera condena (1952), pero que fue de gran ayuda para la disolución de la segregación racial en Sudáfrica. Ambos líderes abogaban por la resistencia no violenta.

No me malinterpreten, no estoy hablando sobre dictaduras. Creo que todos estamos de acuerdo en que es algo aberrante. En cambio, pongo bajo la lupa las medidas que se toman para destruirlas.

Pero eso no quita que no pueda ponerme en el lugar del oprimido. Soy consciente de que, si en una situación hipotética mi país llegara a un punto de violencia tal en donde fuera necesario que salga armada a las calles para defender mi hogar, lo haría. Quizá todos necesitemos asesinar gente en una situación así. Pero bajo ningún punto de vista voy a esperar que me recuerden como una heroína 50 años después. Porque no lo fui. Fui una asesina.

Y nadie le quita lo valiente. Ni siquiera quiero juzgar sus acciones porque entiendo el tiempo y espacio en que se desarrollaron. No estoy juzgándolo a él por sus acciones hace 50 años (bueno quizá un poco sí), sino en la forma en que ahora se lo venera.

Mis principios no me dejan defender a un hombre que por voluntad propia puso bombas en casas y asesinó a civiles y a los que no pensaban como él. Porque vamos a ser sinceros, en una guerra paga el precio todos los que la rodean.

Cuando tenía alrededor de 14 años, la escuela intentó adoctrinarme (más bien una profesora de historia) y me obligaron a ver las dos horas de duración de Diarios de motocicleta, una película "basada" en los escritos originales de Ernesto. Bastante liviana y fuera de contexto para lo que era un hombre machista de esa época, la película pasó sin pena ni gloria frente a mis ojos.


No fue hasta hace tanto que mi indignación llegó a niveles superiores de lo habitual, que me puse a leer ese diario, el original (o lo menos editado que pude encontrar), y la verdad, no tiene desperdicio. Entre tantas líneas sobre pasión y patria pude encontrar las frases más nefastas de este señor.
Había demasiadas para elegir (y quizá más adelante haga una recopilación de ellas) pero ahora me limito a mostrarles las de mayor relevancia para mí, extraídas directamente de su diario y de otras cartas dirigidas a la sociedad, las que no están en los libros de historia ni en las imágenes inspiradoras de Facebook:

Es como decir que todos deberíamos seguir los ideales de Domingo Faustino Sarmiento (presidente de Argentina entre 1868 y 1874). Sarmiento creía que los pueblos originarios eran la barbarie, y por ende debían ser exterminados. Prácticamente todo el mundo pensaba como él en esa época. Pero que se queden ahí, en el pasado donde pertenecen.

Tomemos lo que nos dejaron y aprendamos de sus errores, de sus perspectivas, pero no los convirtamos en héroes nacionales. Es hora de dejar de idealizar a los personajes de nuestra historia, y tomarlos por lo que son, personajes. Personas con errores y aciertos que forman parte de la historia Argentina y latinoamericana.

Yo sólo quiero aceptarlos como eran, entendiendo que hoy sus acciones serían intolerables.

Quiero dejar de ver a un asesino en las remeras, en los vasos con fernet y en los
cuadros de las casas. Me intriga un poco, y también me horroriza, que un hombre que literalmente ejecutaba a homosexuales por el simple hecho de ser homosexuales, ahora sea un ícono en las marchas del orgullo gay, apareciendo en banderas y camisetas.
Obviamente no todos están de acuerdo con ésto,  pero es una imagen que he visto varias veces y la verdad deja mucho que pensar.

Campo de concentración cubano

El Che Guevara apoyó demasiadas vejaciones al ser humano. Una muy importante fue las creaciones de los campos de trabajo forzado, comenzando con el de Guanahacabibes en 1961 y siguiendo con organizaciones como la "Unidad Militar de Ayuda a la Producción", campos que se crearon en Cuba con gente que era rechazada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
Con rechazados no me refiero a que tenían una dificultad motriz o eran menores de edad. Sino que simplemente no entraban en el concepto de "hombre nuevo" que un comunista debía ser.

En los campos de trabajo estaban aglomeradas las personas con religiones que no eran compatibles con sus ideologías, personas de color (como los sacerdotes afrocubanos), presos políticos y homosexuales que eran víctima de la burguesía y debían ser reeducados por el gobierno revolucionario.
Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los campos de concentración alemanes estaban en su apogeo, el más conocido fue Auschwitz, uno de los lugares de mayor simbolismo del Holocausto. Allí se levantaba un cartel en la entrada con la frase "el trabajo os hará libres". 20 años después, el campo de trabajo forzado en Cuba mantenía en sus puertas una frase bastante parecida "el trabajo os hará hombres". Tanto Guevara como Castro consideraban la homosexualidad como una “decadencia burguesa” y uno de los tantos "comportamientos antisociales".

Álvaro Vargas Llosa (hijo del premio nobel de literatura Mario Vargas Llosa) presentó un escrito donde declara una dolorosa verdad: "Después del triunfo de la revolución (el Che Guevara) estuvo al mando de la prisión La Cabaña durante medio año. Allí ordenó la ejecución de cientos de prisioneros, ex hombres de Batista, periodistas, empresarios y otros. Unos pocos testigos, incluidos Javier Arzuaga (el capellán de La Cabaña) y José Vilasuso (que pertenecía al grupo encargado del proceso judicial sumario), me brindaron recientemente sus dolorosos testimonios."

Carnet expedido por el "Centro Nacional de Información" vinculado a los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) en los años sesenta. Este documento aporta información valiosa sobre la vigilancia en Cuba y su control social y político. En la esquina superior derecha el carnet tiene escrito la palabra "secreto" donde se requiere una clave para "garantizar la clandestinidad". Foto cortesía de María Antonia Cabrera Arus.

Antes de cerrar con este artículo, quería mostrarles un fragmento del texto escrito por el primo segundo del Che (por parte de padre), Alberto Benegas Lynch: “En una oportunidad, una de mis tías me contó que de muy chico el Che se deleitaba con provocar sufrimientos a animales y, de mas grande, insistía en que la muerte (de otros) no era tan mala después de todo”.

Me pareció interesante reflexionar sobre esto puesto que en la actualidad una de las características básicas y más comunes de encontrar en la niñez de asesinos que no sienten empatía, es el sufrimiento que infringen a pequeños animales que no pueden defenderse. Sospecho que a un profesional de la salud mental le resultaría bastante interesante leer el diario del Che y sacar algunas conclusiones.

Pueden hacer lo que quieran con ésta información. Pueden quemar sus remeras, tirar sus vasos, comprarse más objetos con la cara del Che, empezar a amarlo si antes no lo hacían porque se dieron cuenta que ésta faceta de él sí les gusta. O pueden no hacer nada.
Quizá no les interese, quizá se ofendieron. Me doy cuenta que estoy yendo en contra de muchas ideologías y de todo el imaginario social que tienen de él. Pero tienen que saber que mi objetivo no es ofender y no inventé ni una de las frases cité.

Solo quiero dar una imagen mas realista de un personaje importante de la historia de America latina.

Acuérdense siempre de cuestionar TODO lo que les enseñen. No existen las verdades absolutas en la historia (y es por eso que me gusta).
Seguramente más de uno pensará «¡Ah! ¡Ella opina así porque es de derecha!». Nada más lejos de la verdad. Sólo no me gusta idolatrar a asesinos, tan simple como eso. No se coman todo lo que el sistema o sus allegados quieran venderles.
Lean el diario íntimo de Frida Kahlo antes de ponerse una camisa con su cara y la palabra Feminismo debajo. Lean los cimiento de una religión antes de aclamarse seguidores. Duden, pregunten y lean. Que nadie les diga en qué creer.

• Diarios de motocicleta relatos comienzan en pág. 51(pdf)
• El socialismo y el hombre en Cuba (1965)
• El diario del Che en Bolivia