Opinión |
La gente suele sorprenderse cuando les digo que soy atea. No deberían. Después de todo, ellos son casi tan ateos como yo.

otros dioses, porque no son compatibles con la idea que se les inculcó como correcta o porque simplemente ya es demasiado en lo que creer. A menudo tomamos las creencias de los demás como simples falacias, mentiras piadosas que ayudan al de al lado a hacerse la vida más fácil. Rebajamos por completo, y sin ser conscientes de ello, la posibilidad de que tengan razón. ¿Por qué la tendrían? Después de todo, es obvio que están equivocados. Todos los demás que no concuerden con nuestra forma de ver la vida lo están.